El centro, con edificios de más de 50 años de antigüedad, necesitaba adaptarse a los nuevos requerimientos y a la ampliación a una tercera línea de bachiller.
Se optó por derribar dos pequeños edificios de aulas y la planta superior de otro de los edificios, para, a continuación edificar sobre la huella de lo derribado un
nuevo edificio con planta en L que completara la L ya existente, encerrando entre ambos edificios un patio que sirve de expansión para las actividades didácticas.

Se plantearon grandes ventanales para garantizar una abundante iluminación natural. Estos ventanales, en las orientaciones de mayor incidencia solar se protegieron con celosías que evitaran sobrecalentamientos y deslumbramientos.

Se prolongron los pavimentos de terrazo existentes pero los techos se resolvieron con paneles de viruta de celulosa para lograr una acústica adecuada. Tabiques móviles permiten distribuciones flexibles del espacio.